
Érase una vez cuando un compañero profesional en una comida tenía ganas de explicar su experiencia profesional, así como aportar su visión sobre cómo liderar empresas.
Este profesional, ex-gerente de empresa familiar y recién reubicado como consultor empresarial, para ello sólo hay que tener relaciones, un ordenador y como no un poco de osadía y atrevimiento.
Pues tal y como comentaba, mientras nos sentábamos en la mesa de un restaurante para pedir nuestro menú, explicó ciertos detalles de su experiencia profesional que a mi entender marcan el recorrido y la profesionalidad, así como una actitud y valores que seguramente acompañarán el resto de sus días.
Con orgullo, y resumiendo, vino a decir que después de dirigir una empresa familiar, creada por su padre (ya retirado en ese momento), finalmente tuvo que tomar la firme decisión de cerrar la empresa y con ello preparar el despido de las 150 personas que en aquellos momentos trabajaban en ella, terminando la frase, con un «y yo fui el último en despedirme».
Triste noticia cuando se cierra una empresa, cuando mas de un centenar de personas se quedan sin empleo y seguramente además es habitual que algunos proveedores y acreedores queden con saldos pendientes de liquidar.
Éramos cuatro en la mesa y se abrió un momento de silencio, seguramente nadie sabíamos si preguntar y profundizar en la herida o bien darle ánimos como si de nada importante se tratara, pero no se me ocurrió otra cosa que, fruto de mi experiencia personal y profesional tanto a nivel individual como en los distintos proyectos (negocios, iniciativas) en los que he participado, lancé una pregunta sin más ánimo que obtener una posible respuesta de algunos de los compañeros que compartíamos mesa, y fue la siguiente: ¿ Y si en lugar de despedirte el último, hubieses sido el primero ???
Un largo y tenso silencio, miradas cruzadas, y nadie quería romper el momento que para mí había sido tan solo una pregunta para generar un rico y controvertido debate así como opiniones diversas, buscando una posible respuesta para comprender algo más la situación, sin ningún interés en hurgar en la herida, sino en el simple hecho de que no es un caso excepcional.
Ahí dejo la pregunta: el huevo o la gallina. Juzguen ustedes mismos y saquen sus propias conclusiones según sus experiencias. En mi caso, la mayoría de ocasiones lo tengo claro. Nuestra relación a partir de ese momento cambió.
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