
En la lucha por el poder, en las empresas o en el entorno social, todos deseamos lo mejor para nosotros mismos asi como con el resto de la organización o sociedad. Esto que es a simple vista natural y primitivo, muchas veces se transforma en una especie de competición para demostrar quién es el ganador, quién es el jefe.
Nadie necesita ser vencido, es una alegoría a todas aquellas personas que habiendo demostrado sus capacidades, habiéndoselo merecido, por su experiencia o siendo reconocido por votaciones públicas y libres, ocupan un cargo de liderazgo y se deben a los demás para la ejecución de unos planes para alcanzar unos objetivos.
No es un canto a la libertad, es tan solo una referencia al sentido común, a que podemos competir, a que debemos luchar por nuestros objetivos y sueños sin menospreciar a nuestros compañeros o competencia, sin infravalorar sus conocimientos, habilidades, experiencia ni empeño.
Hace un tiempo, admirábamos a nuestros jefes por su capacidad de hacer crecer la empresa, quizás no teníamos en cuenta el cómo. En estos momentos este tipo de figuras han cambiado hacia los líderes que son capaces de potenciando las capacidades del equipo valoran las personas y son capaces de ganar «con las personas» sin que nadie se sienta herido ni se considere vencido.
De hecho se dice que el primer perdedor es el segundo, el que no ha ganado, en cualquier circunstancia se puede no ganar, pero no se debe sentir ser vencido, se deben celebrar todas las victorias indistintamente del lugar en el que hemos clasificado, porque el esfuerzo y la ilusión siempre habrán estado presentes durante la carrera, sin bajar los brazos y dejando el listón bien alto.
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